De modo que con los dólares del Fondo más que sobraría para equilibrar al mercado.
Donde la tasa esperada de inflación y del nivel de actividad doméstico explican la demanda de dinero no remunerado (billetes y monedas y depósitos transaccionales) mientras que la demanda de dinero remunerado, depósitos a plazo fijo por excelencia, depende de la tasa de interés real y de las expectativas devaluatorias.
A lo largo de los últimos meses se viene observando la sostenida caída, en términos reales, de ambos componentes de la demanda de pesos.
Sobre el primer componente no se pueden albergar muchas expectativas de recuperación, de modo, que sólo la “demanda de plazos fijos” es lo único que el BCRA puede influir para evitar un mayor drenaje.
En 2016 la demanda de billetes para atesorar sumó u$s12.326 millones, salida de capitales que fue compensada por el ingreso de inversiones por parte de residentes (blanqueo etc.
Luego en 2017, un año electoral que marcó el claro triunfo de Macri sobre el kirchnerismo, vio un salto en la fuga vía billetes a u$s17.757 millones, más otros u$s4.400 millones en inversiones en el exterior.
Ese año electoral experimentó una bisagra en la salida de capitales entre el primer y segundo semestre.
Cuando parecía que el kirchnerismo se fortalecía en las encuestas la fuga se profundizó.
Lo peor pasó en el primer semestre, donde vía billetes se fueron u$s11.541 millones y vía inversiones en el exterior u$s5.000 millones más.
A pesar del salvataje del Fondo la fuga en el segundo semestre sumó u$s10.600 millones.